Lo dicho: todos pensamos que estamos entrando, o ya lo hemos hecho, en una nueva era. Hasta Benedicto XVI, que no deja de tener ochenta y cinco tacos (casi), se ha dado cuenta y asegura su sucesión ‘in vita’. ¿Asegurará también nuevos modos, métodos, formas y fondos en la Iglesia que lleva dos mil trece años cambiando más bien poco?.
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