Vacaciones oficiales para, oficialmente, meditar

Se nos ha ido casi todo el Gobierno –casi todos los gobiernos– a pasar unas aseguran que muy breves vacaciones, y lo mismo cabe decir de la oposición. Toman aire preparando lo que viene: en España, desde las elecciones catalanas –que son, por supuesto, más que unas elecciones catalanas– hasta la huelga general del 29 de septiembre, que será más que una huelga general, pasando por las enormes reformas legislativas que nos aguardan, que no son meras reformas legislativas, sino grandes –aunque insuficientes– cambios en los usos y costumbres de los españoles. En Europa, en el mundo, los retos también son grandes y me parece que tampoco los gobernantes de los países más importantes del planeta se muestran capaces de dar los saltos que ahora quizá convengan; pero ello, claro, no exime a ‘los nuestros’ de hacer un esfuerzo suplementario de imaginación, generosidad y valentía para proponer a los ciudadanos unas soluciones realmente nuevas.

Por limitarnos al aquí y ahora, pienso que resulta excesiva la tarea pendiente para un otoño que va a ser caliente en muchos sentidos: quizá no nos demos cuenta, acaso el propio partido gobernante no quiere ver el bosque a base de talar árboles, puede que el principal partido de la oposición prefiera mantener la venda sobre los ojos, pero lo cierto es que estamos embarcados, a la fuerza, en una revolución de enorme alcance. Lo malo es que nadie la define, la acota, la pone en suerte, nadie la cabalga; comprendo que para un dirigente político es duro plantearse que hay que hacer cosas radicalmente novedosas, porque la sociedad está exigiendo planteamientos distintos y distantes de los actuales.

Si usted analiza los sondeos de opinión, percibirá fácilmente que así es: los tiempos han cambiado como cuando cayó el muro de Berlín, como cuando la revolución de mayo del 68. Es un cambio de era. Pero los gobiernos del mundo occidental parecen limitarse a cumplir con el papel coyuntural que las instituciones del mundo capitalista les reclaman que ejerzan, y punto. Y esa constatación comienza por el propio Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, ese Ejecutivo que el presidente dice que no tiene planes de cambiar, aunque todo el mundo, todo, le pide que lo haga..

A veces me desesperan los tiempos de Zapatero; él cree que los planifica mejor que la mayoría de sus colaboradores y, desde luego, mucho mejor que los periodistas que le exigen más y mejores cambios, y cuanto antes. Tengo para mí que ahora ZP está empezando a equivocarse, que hacen falta gestos valerosos, agresivos, de alcance: desde modernizar algunos planteamientos territoriales de la Constitución, consensuándolos con el PP, hasta hacer entrar en un nuevo elenco gubernamental a personajes independientes, que muestren menos sectarismo que ciertos dirigentes del PSOE, hayan o no devenido en ministros. Existe la sensación de que ni José Blanco ni, menos aún, Leire Pajín pueden asumir ahora las enormes responsabilidades que pesan sobre ellos como organizadores del partido gobernante. Y, por lo que se intuye, el propio José Luis Rodríguez Zapatero está en este momento superado por los acontecimientos.

Me parecería extraño que de las reflexiones de ZP este verano salga un anticipo de las elecciones, pero me parece casi seguro que, a más o menos corto plazo, sí saldrá una crisis de Gobierno. Y un plantel de medidas que solamente una gran coalición, o algún tipo de pacto suprapartidario, podrían afrontar. Pero ya es tarde para eso: ni PSOE ni PP lo pusieron en marcha cuando era tiempo –al comienzo de esta Legislatura– , y ahora solamente podrían, como mucho, poner algunos remiendos: consensuar ciertas reformas legislativas, pactar un calendario político, conformar un nuevo Tribunal Constitucional…Temo, claro está, que no lo harán y habremos perdido un nuevo verano de lo que podrían haber sido fecundas meditaciones.

3 respuestas

  1. Sr Jáuregui. Me temo que el tema aún es de mayor calado.

    Hace falta replantearse gran parte de la economía del país. Hace falta replantearse la territorialidad. Hace falta replantearse la propia labor del Estado como agente facilitador de todo eso. Hace falta replantearse gran parte del modelo de ingreso del propio Estado, desde los ayuntamientos hasta la contribución de empresas y ciudadanos. Hace falta replantearse la función de los partidos políticos en todo esto……..

    Esto no es un tema de coalición PP/PSOE. Es un tema de pactos globales para determinados asuntos en los que participen todo el elenco parlamentario. Porque en territorialidad, municipalidad y puesta en marcha de modelos económicos tienen que participar todos, si no, fracasarán.

    El problema sigue siendo una cuestión de lo que le comentaba hace un par de años. De tiempos y de madurez política.

    Venimos de un sistema en el que la reivindicación constante forzaba un consenso y un café para todos. Se partiesen de los postulados que se partiesen. O lo que es lo mismo. Cuanto más ambiciosos fuesen tus máximos, más beneficioso terminaría siendo ese consenso para tí. Romper eso es muy complicado. Han sido muchos años de que esa fuese la forma más rentable de hacer política.

    En la transición, los partidos se reunían para renunciar a unas cosas a cambio de otras. El tema se ha ido viciando y muchos descubrieron que era bueno crear constantemente necesidades y problemas fiscticios, para renunciar a ellas a cambio de objetivos reales. Hoy va a ser más duro. muchos tendrán que renunciar a cosas sin contraprestaciones……y no estamos acostumbrados.

    Creo que esos consensos no van a darse hasta que la situación esté mucho más deteriorada……. visiblemente más distorsionada……hasta que no tengan más cojones, vamos.

  2. A Surco:
    sí. Sniff

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