Valerio, mi maestro

Escucho que esta madrugada ha muerto Valerio Lazarov, que es una de esas personas que piensas que no va a morir nunca porque tiene ansias feroces de seguir vivo. Le proclamé en más de una ocasión como uno de mis maestros, aunque apenas crucé unas palabras con él a lo largo de varios años de relación profesional. En la primera etapa de Telecinco, cuando me llamaron para hacer allí mis pinitos como comentarista televisivo, me impactó con esta frase:
-Lo importante en periodismo no es enseñar a Fraga hablando en una rueda de prensa ante los micrófonos; eso lo muestran todos. Lo importante es grabarle cuando sube las escaleras, manoteando, abroncando a sus colaboradores. Eso interesa más a la gente que la rueda de prensa en sí.

Tenía razón Valerio. Y más en estos tiempos en los que se ha olvidado por completo aquello de que «noticia es todo lo que alguien no quiere que se publique». En estos tiempor en los que lo que se emite o se escribe básicamente son los comunicados de prensa, los vídeos oficiales, lo políticamente correcto que nos ofrece Google, los dictados de los partidos, de las instituciones, de las empresas.

¿Quién investiga hoy las circunstancias periféricas a la noticia, que suelen ser las más significativas? ¿Quién se indigna ante los abusos del Estado, ante los desmanes de los gobiernos –ojo, que lo digo en plural-?

Ya sé, ya sé que Valerio Lazarov no era un revolucionario en política, ni un ideólogo. Ya sé que habrá quien me diga que fue un pionero en la frivolización de las televisiones –pero nunca del abuso del individuo ni de la mentira pagada, como ahora hacen algunos que se reclaman sus seguidores, pero que carecen de su talento–. Valerio era un profesional de la diversión y de la información. Tenía cosas buenas y cosas malas, como todos. A mí me enseñó mucho, y lo hizo por vías expeditivas: más de una vez me llevó a negro, cuando me excedía en el tiempo de mi informativo.

Al final, lo querías, aunque otros lo odiasen. Y ahora, la triste noticia de su muerte me ha hecho reflexionar en aquellos viejos tiempos en los que, literalmente, Valerio te dejaba decir en directo lo-que-te-daba-la-gana. Aquellos telediarios con él fueron irrepetibles. Era un innovador. Era un hombre libre que fomentaba la libertad. Casi nada.

4 respuestas

  1. No le conocí aunque si disfruté de sus programas y su buen hacer.
    RIP
    Su añoranza de la libertad, si es para decir la verdad y no los rumores sin datos que a diario escuchamos, la secundo.
    Yo veo en TV cada día injurias y rumores tanto en lo político como en lo referente a los personajes famosos, sin ningún tipo de garantía de veracidad.
    Leer, leo también mucha suposición y poca ‘sustancia’

  2. Avatar de El primo Ignoto
    El primo Ignoto

    Valerio Lazarov era un poco de todo ¿no? Ahora, a su muerte, todo son alabanzas, pero últimamente lo habían dejado muy de lado casi todos

  3. Solo ese último párrafo ya justifica el resto.

  4. ¡Casi nada!: ser libre y fomentar la libertad… ¿En qué medio se lleva hoy eso? Lazarov, cuando se refería a Fraga, no hacía otra cosa más que afirmar lo noticiable. Es decir, que el hombre muerda al perro, y no al revés, como nos enseñaron en la escuela de periodismo. Pero de la mordedura canina pasamos a tener como referencia noticiable la agresividad verbal, el insulto, las descalificaciones, las mentiras, los paripés y los “shows” de la mierda rosa (con perdón) que nos dan algunas televisiones. Somos ya una sociedad manifiestamente inculta, socialmente agresiva, y moralmente hedonista. Interesan más los placeres del cuerpo que los del espíritu. Lazarov, el zoom-maníaco de Valerio, dices bien, sería una excepción en esta España de tanta irrefrenable locura. Saludos, José Temes.

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