Vámonos ya de Afganistán

Ya sé que lo interesante, lo que apasiona a España hoy –lo digo desde la distancia panameña, pero con muchos diarios digitales leídos– es que Pé esté embarazada de cuatro meses, o el especial de Belén Esteban, o que Rafa Nadal haya ganado todo lo que se puede ganar en las pistas. Pero lo importante –de nuevo el trecho entre lo interesante y lo importante, que es algo que debería interesarnos mucho a los periodistas– no es eso. Ahí está lo que ZP ha dicho sobre los parados, que a mí, desde aquí donde estoy, me ha dejado de piedra (ignoro las reacciones, pero imagino que habrán nsido fuertes). O ahí está el debate sobre Afganistán, que puede que deje fría a la opinión pública, pero que a mí me parece que debería ser objeto de una consulta popular: ¿queremos seguir allí?

Os dejo aquí lo que acabo de enviar en mi columna sindicada.

No te va a gustar

¿Nos importa algo lo de Afganistán?

Fernando Jáuregui

Ya sé que Afganistán es tierra remota, un país, si es que así puede llamársele, dejado de la mano de Dios, con el que ningún punto en común tenemos. Excepto que allí se encuentran unos centenares de hombres y mujeres españoles, esforzados, llevando a cabo una tarea que en España nadie entiende, porque se han aplicado nuestras sucesivas autoridades en explicárnosla mal. Así que bien vendría que, ya que acude este miércoles al Parlamento a hablar de un tema espinoso, doloroso, peligroso, el presidente Zapatero se exprese sin cortapisas, mirando hacia los ciudadanos y no hacia Washington, donde, por cierto, ya están poniendo en marcha medidas de retirada que aquí aún nadie ha anunciado.

En Afganistán, tal y como yo lo veo desde una distancia que, pese a todas las dificultades para lograrlo, trata de estar informada, Occidente está perdiendo una guerra. Como las lleva perdiendo todo el mundo, incluyendo al otrora poderoso ejército soviético, desde los tiempos de Alejandro Magno. Y esa guerra se está perdiendo porque los soldados, bien equipados y mal motivados, luchan contra fantasmas, contra un imposible territorio pedregoso en el que los hombres se confunden con las piedras, contra un enemigo que no es ‘el’ enemigo, sino varios, descoordinados, fanatizados. Ni sabemos lo que quieren, ni hay interlocutores válidos, por la sencilla razón de que no hay interlocutores posibles.

Y así, colocando gobiernos-títere so pretexto de democratizar, peleando contra sombras capaces de cometer barbaridades que ni la peor soldadesca filtrada por Wikileaks podría soñar en acometer, no hay quien gane una guerra. He escuchado decir que a las guerrillas hay que combatirlas en su propio campo, con mulos y no con tanques; no lo sé, no soy estratega militar, pero esa tesis no deja de parecerme una tontería más de las muchas que se dicen sobre la cuestión.

Solo sé que a mí me alegraría mucho escuchar a mi presidente decir que las tropas españolas también se retiran a corto plazo de Afganistán, que me parece que precisa más bien una solución política derivada de las Naciones Unidas –cuya inoperancia también tiene mucho que ver con lo que está ocurriendo—que la ‘manu militari’ con la que se estrellan los países más belicosos y mejor armados del mundo.

Temo que no va a ser así, y que seguiremos oyendo hablar de contribuciones a misiones de paz, de combate contra el terrorismo islamista y de construcciones de carreteras encomendadas a los militares españoles. A mí, lo siento, me resulta muy difícil, a estas alturas, creer en eso. Y me parece que a la mayor parte de la opinión pública también, aunque ya sé que no conviene hacer sondeos oficiales al respecto. Me parece que, si hay una cuestión que merezca ser consultada directamente a los españoles, es si quieren que siga el dispendio, el riesgo y el dolor de nuestra presencia en Afganistán.

fjauregui@diariocritico.com

10 respuestas

  1. No voy a rememorar desde Suárez, pero con todos los presidentes me ha pasado: hay un momento en que me hacen sentir Spanish shame (vergüenza ajena, lo que no deja de ser una estupidez). Ahora me ha pasado con JLRZ.

    No puedo creer que un hombre inteligente, cuajado y con unos reflejos políticos bastante extraordinarios como es José Enrique Serrano tenga responsabilidad alguna en la memez que ha dicho nuestro presidente. Pero lo cierto es que lo ha dicho y algún responsable debe haber metido semejante morcilla entre las ideas fuerza que debía sostener el presidente.

    Por otra parte, JES como jefe de gabinete, habrá puesto el grito en el cielo y habrá advertido al presidente que en ese foro y en ese formato, ese supuesto no solo era indefendible sino además impresentable. ¿Por qué lo dijo, pues, y quién lo auspició? ¿Timeo danaos et dona ferentes?

    P.S.: Que Belén Esteban haya trascendido fronteras y surcado mares me encocora. ¿Hará también las américas como los toreros y las folclóricas? ¿La veremos en el cieno latino tan arrastrada como en el lodo patrio? ¿Cuándo se romperá este juguete y qué haremos con ella entonces?

  2. Olvidóseme:

    Afganistán, extensión como la de España, casi la mitad de habitantes y sin salida al mar, con una renta per capita que da risa llamarla renta, con 34 provincias, una docena de etnias de las cuales la más nuemerosa es la de los pastunes o patanes y con una esperanza de vida que apenas supera los 45 años… ¿Podemos hacer algo por ellos o no? Y lo más importante, ¿qué opinan ellos de la situación porque Hamid Karzai, homo eroticus del país, no parece muy preocupado por nada más que sus hermosas túnicas?

  3. Afganistán no es un estado. Es Agonistán. Una sociedad tribal fragmentada además entre etnias pashtunes, hazaras, tayikos y no se cuantas más. Los romanos conquistaron el Levante de Hispania en un paseo militar, porque era una zona civilizada, organizada y jerarquizada. En las Guerras Cántabras Octavio Augusto se vio en la necesidad de exterminar a los indígenas tribales salvajes e insumisos. En América, ahora que estás allá, Fernando, un puñado de españoles conquistó el Imperio Azteca y otro, aún más reducido el inmenso Imperio Inca. Pero no consiguieron los españoles controlar ni conquistar el territorio al norte del Río Grande, ni las inmensidades amazónicas, ni el Cono Sur. Territorios tribales que vivían en el Paleolítico y en los cuales los indios han sido prácticamente aniquilados ya en el siglo XIX por los países que se independizaron de los europeos.

    Esa es la lección de la Historia. La única forma de sojuzgar Agonistán es con bombas termobáricas, también conocidas como bombas de aire-combustible. Podrían arrasar el territorio y a los agonistanes, pero, no es políticamente correcto. Hoy día un Tamerlán que levante pirámides de cráneos enemigos está acabado socialmente y confinado en su propio país (mientras no tenga ricos yacimientos de petróleo).

    Así que solo hay dos opciones racionales; una, civilizar el país, lo que implicaría unos plazos y unos gastos que nadie está dispuesto a asumir (incluyendo muchas muertes). Los amagos hechos por los planes de reconstrucción van en esa dirección, pero son tacaños e insuficientes, meros gestos de cara a la galería. Dos, largarse y tratar de neutralizar las posibles amenazas procedentes de allí. Lo lógico es que se desate una nueva guerra civil, y mientras dure es poco probable que nadie haga planes para atentar en Occidente.

    En cualquier caso la población civil de Agonistán está condenada a la talibanización o a la guerra. Y Pakistán, potencia nuclear, a la desestabilización que provocarán cientos de miles de refugiados dentro de sus fronteras. La radicalización de los desesperados augura cosas mucho peores que las amenazas musulmanas porque una discoteca de Murcia se llama “La Meca”.

  4. Bruno, plas, plas. Muchas cosas que no sabía, (me ha gustado particularmente el ejemplo de Roma y Levante, muy clarificador). Lo que no entiendo es a qué tanto interés por aquel terruño ya desde la inmemoria.

    ¿Civilizar el país? ¿Por qué y para qué? ¿Por qué no otros nombres, otras latitudes, sitios más amigables y/o rentables? Vale, Iraq escondía la segunda reserva petrolífera del planeta, lo entiendo. ¿Pero Afganistán?

    En Un diamante al rojo, Robert Redford hipnotiza al guardián con la frase «Afganistán bananastán». ¿Será que estamos todos hipnotizados?

  5. Gracias, señor Pascuamejia. Aprovecho la ocasión para trasmitirle mis felicitaciones por sus comentarios en este blog; comentarios, propuestas y planteamientos con los que coincido y que también me desvelan nuevas perspectivas sobre lo que podrían ser las cosas si alguien gobernara con inteligencia.

    Sobre Afganistán y el petróleo; no tiene. Pero Pakistán maneja La Bomba. Y la India también. La teoría de las “fichas del dominó” que utilizaba la CIA para asustar con el contagio comunista durante la Guerra Fría se aplica aquí al contagio talibán y a la desestabilización integrista (incluyendo integristas hindúes que arrasan mezquitas e integristas cristianos que queman alcoranes)

    Y neohablando de otra cosa…

    Zapatero ha hecho su pequeña contribución a la neolengua. Ya nos avisó Orwell de que la primera manifestación de sumisión al partido es el acatamiento de sus tres grandes eslóganes:

    La guerra es la paz.
    La libertad es la esclavitud.
    La ignorancia es la fuerza.

    Estas tres consignas constituyen el resumen del pensamiento del Ingsoc, son todo lo que un buen miembro del Partido necesita saber para ser un ciudadano de comportamiento correcto.

    Y ahora, ¡Tachánnn! «El parado es un trabajador», ha dicho Zapatero

    El lenguaje modelará la mentalidad de los hombres y mujeres futuros. Ese momento no está lejano. Dicen que los expertos prevén que hacia 2050 se publicará la edición definitiva del Diccionario de Neolengua. Esa es la fecha que el Ingsoc se ha marcado para controlar la realidad ayudado por Zapatero y su “Pensamiento Alicia” (Gustavo Bueno dixit).

  6. Bruno, Pascua: espectaculares. He aprendido mucho.

    Un saludo,

  7. Al mito de la invencibilidad de Afganistán (o de cualquier otro territorio) yo opondría la idea de la racionalidad del coste-beneficio implícita en la conquista y control de cualquier espacio. No existen pueblos invencibles, pese a los mitos romántico-nacionalistas de los vascos irreductibles, de Covadonga y la Reconquista o de la pequeña aldea gala que resiste, y resistirá siempre a los romanos gracias a la poción mágica.

    Afganistán no fue colonizado en el siglo XIX por que tanto al Imperio Ruso como al Británico les convenía un estado-tapón entre ambos que amortiguara sus roces en El Gran Juego en que se había convertido el dominio del mundo. Pero esa es la primera razón; la segunda es la aridez y pobreza de un territorio que apenas sustenta a sus míseros habitantes. La conquista y el control de un territorio así no resisten el más mínimo análisis de costes-beneficios, como tampoco les mereció la pena a los romanos la conquista al norte de la muralla de Adriano en Britania o el control del norte del “limes”, más allá del Rhin, donde solo había bosques impenetrables y salvajes.

    En el caso de la cornisa cantábrica, habría que recordar que fue siempre la franja más pobre de la Península Ibérica. Sus escasos recursos agrícolas (excesiva humedad y frío para los cultivos mediterráneos) la condenaron a la superpoblación a pesar de la escasa densidad de población. Y a la emigración secular; primero con la Reconquista y la Repoblación, luego a América. Gallegos, asturianos, cántabros y vascos conformaron el grueso de los emigrantes durante más de diez siglos, hasta la industrialización que invirtió el proceso. Es decir, en términos de coste-beneficio ni a los romanos ni a los musulmanes les compensó la conquista y el control de esa franja cantábrica miserable en la que sus habitantes morían de hambre y no había excedentes para mantener ciudades dignas de ese nombre. Cuando Cádiz era milenaria Bilbao (mal que me pese) no existía.

    Bueno, ahí queda ese rollo, si es que no se me puede aplaudir, que enseguida me pongo estupendo.

  8. Jajaja Bruno.

    Por otra parte, interesante planteamiento el suyo, que explicaría muchas situaciones llamativas en el proceso de consolidación del mapa actual.

    Por cierto, en el caso de Afganistán habría que considerar cuál es realmente el interés y el objetivo de las fuerzas de ocupación. Según la ONU, y la web de Defensa, estamos allí para hacer de policías a fin de que O.N.U. y el gobierno afgano pueda desempeñar sus funciones en un entorno seguro. Otra cosa es que la realidad supere ese mandato y tengamos allí una guerra de facto.

    Ese mandato obviamente limita muchísimo la «empleabilidad» de los ejércitos.

    Para extremar las cosas: si EE.UU. lanza unas cuantas bombas nucleares, se acaba el conflicto. Y desde ahí hacia abajo, hay muchas opciones que podrían asegurar ganar una guerra que por algún motivo, no se quiere ganar.

    En todo caso, me parece una situación estúpida, como todas las situaciones que acostumbran a crear los políticos.

    Tenemos ejércitos haciendo, sobre el papel, de policías, aunque estén en una guerra. Como en el papel no están en guerra sino que actuando de policías, no pueden emplearse a fondo, con todos sus medios, en contra de los ejércitos terroristas. Por tanto, hacen como que son policías y aprovechan cualquier circunstancia para atacar y abatir la mayor cantidad de enemigos que sea posible, pero, sin usar demasiada fuerza porque no son soldados, son policías.

    Resumiendo: por el cinismo de la ONU y de los países participantes, están muriendo muchísimos más soldados de lo que sería aceptable porque los envían a combatir a una guerra pero simulando ser policías, o constructores de carreteras, o albañiles o jardineros o enfermeros.

    Si enviásemos soldados a una guerra, y si constara así en ONU y en cada país participante de esta gilipollez, el conflicto se acaba en medio año.

    Un saludo a todos,

  9. Por cierto, olvidaba comentarlo:

    La explicación de José Antonio Alonso, un señor que es diputado y que ha sido ministro de Interior y de Defensa, respecto a la situación en Afganistán, es desopilante:

    En Afganistán no estamos en guerra sino más bien en una war.

    Vaya nivelazo.

  10. Bruno, ponte estupendo si de ello han de salir ideas y aportaciones para este debate casi diletante.

    Así que plas, plas, plas

    O sea, no te dedico unas palmas, te give an applause en estas words de mis entrecloths.

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