Sigo como puedo el contenido de los mítines y me deprimo. En primer lugar, porque ETA nos está comiendo todos los debates, y se ha convertido en el eje de la campaña. En segundo lugar, por la ausencia de ideas innovadoras, por la carencia de un ardor en la defensa del medio ambiente en nuestros municipios, en cortar el faraonismo de ciertos alcaldes derrochadores. Veo que ahora –ya era hora– Zapatero insise en la lucha contra la corrupción urbanística, menos mal, pero lo hace básicamente para ensalzar su ley del suelo. Y Rajoy está convirtiendo esta campaña en unas primarias de las generales, que ahora ve que tal vez pueda obtener más votos que los socialistas, que andan algo despendolados. Para ello, lo utiliza todo, como la lucha contra el terrorismo, y se adhiere a las manifestaciones, cada vez más fantasmagóricas, de Alcaraz.
Con lo bonito que sería tener una campaña en la que todos hablen de acabar con la corrupción de los ladrillos, con el deterioro de las costas y los campos, de la integración de los inmigrantes como personas con derechos políticos, educativos y sanitarios. De en qué se van a invertir nuestros impuestos en lugar de hacer rotondas horteras y polideportivos tan olímpicos que cuestan un huevo (de la cara) o centros culturales que no encierran cultura alguna.
En resumen: nuestro municipios, en general, se han masificado, carecen de planificación urbanística, hay atascos y falta de aparcamiento en todos lados, boato municipal a troche y moche, despilfarro…¿No merecería la pena tratar de solventar todo esto aprovechando unas elecciones que son municipales y autonómicas, no legislativas?
Yo, ya digo: a este paso, voto e blanco y a bríos.
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