Son casi las doce de la noche. Acabo de regresar de Santander, donde me he detenido unas horas desde Comillas. Allí hemos clausurado el congreso iberoamericano de periodismo en su quinta edición. Ha sido la más brillante de todas: hemos entregado un premio –que nos habíamos inventado, claro– ‘al pueblo mexicano’, y lo ha recibido Felipe Calderón, el presidente de México,que ha tenido un comportamiento bastante decente dada la lata que nos han dado sus ‘equipos de avanzada’, encargados de hacer la cusqui a todo el mundo: protoloco –ya se ve que no me gusta mucho esa asignatura–. Estaba allí también Zapatero, que ha actuado de convidado de piedra, y la vice Fernández de la Vega, que era la cara más amable, como suele.
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El caso es que esta mañana nos han recibido a trece de los cincuenta congresistas que quedábamos. Ha sido en el parador de Gil Blas, en Santillana, a donde hermos ido –17 kms– desde Comillas. Tres periodistas mexicanos, una ecuatoriana, un colombiano, una brasileña, un uruguayo, cuatro españoles…Fuimos a entregar a Caldererón, con ZP de testigo de cargo, su premio –«al pueblo mexicano»– , una escultura bastante pesada. Calderón especuló con nosotros sobre el origen –¿cántabro?– de su apellido, nos largó un discurso protocolario y…poco más. Zapatero me preguntó por el libro que presentamos Manu Menéndez y yo el miércoles (¿joder, con la que está cayendo, ¿cómo podía tener eso en la cabeza?) y, a continuación, los dos se largaron a una absurda ceremonia paramilitar de intercambio de unas banderas, allí, en pleno centro de Santillana del Mar, que parecía todo una ceremonia de Disneylandia, con los soldados/as con trajes de época (madre mía, la de bobadas que hacen los adultos…).
Luego, nosotros nos fuimos a una comida campestre en Gerra, una vista única sobre el mar,y ellos se quedaron en uyn almuerzo oficial en el parador, donde a Calderón le entregaban, creo, otro premio, el de Nueva Economía, de José Luis Rodríguez, que me parece que ha tenido que cambiar cuarenta veces el esquema de su ceremonia; es el protocolo, querido ‘puma’.
No sé muy bien qué es lo que ha quedado de este congreso, si tengo que decir la verdad. Un principio de unidqad férrea entre periodistas de ambos lados del Atlántico, unos principios de amor a la libertad de expresión por encima de acentos del español y el comp0romiso de seguir en ello. El año que viene, probablemente, en Cádiz…
(continuará)
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