No, si al final acabaré haciendo la competencia a mi amiga y compañera Rosa Jiménez: me paso la vida hablando de periodismo, y casi nada últimamente de política (concebida al modo tradicional). Y es que cada día me siento más combativo en lo primero y más harto de lo segundo. Sobre todo, de los profesionales de lo segundo, lo que no quiere decir que mi opinión sobre algunos de quienes ejercitan lo primero (el periodismo) haya mejorado demasiado. El caso es que preparo ilusionadamente el congreso internacional de nuevo periodismo, este otoño en Valencia, que ya ha empezado a recibir apoyos de gentes a las que no conozco, lo que, lógicamente, me ilusiona más. Quisiera que este congreso sirviese de enorme foro de debate sobre temas relacionados con la información desde todos los ángulos. Animaos y colgad ahí vuestros foros y vuestras opiniones: vamos a hacer la página muy interactiva, porque ese congreso somos todos, profesionales de la información y no profesionales.
Ayer, en un coloquio con estudiantes de Marruecos, en el Colegio Mayor Africa, hablamos mucho del periodismo español, a cuenta sobre todo de las caricaturas de Mahoma. Yo defendía la libertad de expresión y que no haya coacciones: publicar las dichosas caricaturas será de peor o mejor gusto, pero no se puede prohibir aludiendo a la famosa razón de Estado, a la conveniencia, a lo políticamente correcto…Todo esto es lo que nos imponen quienes quieren limitar la libertad de expresión en estos tiempos en los que la censura ya no está de moda, y las presiones de empresarios y anunciantes no parecen bastar para llevarnos al redil.
No es este pequeño tema: la información, tras la vida, es el bien más precioso que tiene la persona, la que enaltece al ser humano. Hay mucho talibán , junto a mucho señor educado y pretendidamente liberal, que quieren dar mosdiscos a ese apetitoso bocadillo de la libertad.
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