Pregunta suicida para políticos instalados y por instalarse: ¿qué pasaría si alguien, con el peso y el carisma suficientes, proclamase la conveniencia o necesidad de que surja una nueva formación de centro, que no encuentre que todo es paradisíaco, como dice el uno, ni catastrófico, como proclama el otro? Acaso eso evitaría la hecatombe abstencionista o de votos en blanco que, a estepaso, se está ganando a pulso nuestra inefable clase política. ¿O no, que diría Rajoy?
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