Cuando, dentro de unas horas, el movimiento indignado tome las calles de trescientas ciudades (dicen ellos) habrá pasado apenas cinco meses desde aquel 15 de mayo, cuando nos sorprendió un tsunami humano, moral, regeneracionista, despistado, anárquico, bello, espantoso, imprevisible, fatal. ¿Han aprendido en estos cinco meses de sus errores? Por ejemplo, que una representación, unos rostros que hablen ante los micrófonos, sean entrevistados por los periodistas y se entrevisten con el ministro del Interor, son necesarios, lo mismo que una organización jerárquica (sí, jerárquica)? ¿Que se necesitan programas claros, resumidos, unívocos, que se puedan presentar a la opinión pública, con la que hay que contar en todo caso?
Ah ¿que eso es parecido a un partido político? Pues seguramente sí, aunque los partidos también deberían aprender algo de la espontaneiad, la generosidad, la falta de protagonismo, del movimiento indignado. Es lo que me paree que ocurre: que unos y otros se necesitan, porque son parte de nuestra sociedad.
Deja una respuesta