Con este título, "yo no voy", publiqué hoy un comentario en ABC, dentro de mi columna-pelea con Pilar Cernuda. Me he ganado algunos comentarios airados por situarme frente a la manifestación de hoy contra la LOE. Pero es que, la verdad, no entiendo del todo los argumentos de los convocantes. Ya sé que la oposición debe desgastar al Gobierno y todas esas cosas –lo de la Iglesia católica lo entiendo un poco menos–, pero sigo sin ver que sean reales los motivos que esgrimen para lanzar a un millón de personas a la calle. A mí me parece que el Gobierno merece varapalos en muchas cosas, pero no estoy seguro de que también en este terreno. A menos, claro, que de lo que se trate es de que sea la Iglesia quien nos organice la educación para salvarnos.
Total, que me está pareciendo que hay mucha mercancía averiada en bastantes de las cosas que se nos dicen, desde la oposición y desde el Gobierno, aunque al Ejecutivo de Zapatero hay que reconocerle que ha perdido la batalla de la propaganda en esta materia de la educación. Y nosotros, o algunos, hala, a salir como borregos a ver cómo César Vidal, que encima es protestante, nos adoctrina paternal y católicamente. Seguro que habrá aprovechado la manifa para escribir otro libro de esos instantáneos que saca dos o tres veces a la semana.
Ya sé que toda manifestación necesita ideas-fuerza, simplificadas, para que la gente acuda. No había más que escuchar estos días la sal gorda de la Cope y de su principal animador (vamos a llamarlo así). Pero, esta vez, algunas de esas ideas-fuerza no eran verdad, así de simple. ¿Dónde pone en la LOE, que es un texto más bien híbrido alumbrado por una ministra inexistente, que los padres no tengan libertad de elección de centro?¿Dónde que se dificultan los centros concertados?¿Dónde que mis hijos no puedan estudiar religión? (por cierto, en mis tiempos también era una ‘maría’, y eso que entonces mandaba uno tan demócrata como Franco). Pues eso: que me he quedado en casita, que llueve.
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