Acabamos de salir de la conmemoración de los diez años de Zapatero al frente del PSOE y ya encaramos la próxima celebración de la onomástica del presidente: dentro de diez días cumple medio siglo. Una cifra redonda, que habla de plena madurez, de un momento vital en el que el conocimiento, la experiencia y la fuerza se aúnan para que un individuo pueda ofrecer lo mejor de sí mismo, culminar lo que apenas ha iniciado hasta entonces. Un momento vital también para la reflexión: ¿qué hacer a partir de ahora con la propia existencia? ¿Hacia dónde encaminar los pasos en los años siguientes?
He apostado en más de una ocasión que Zapatero ya no piensa en su propia reelección en 2012, si es que llega a agotarse la Legislatura, que es lo que yo creo que el presidente pretende. ZP es un Leo de los de libro, y no me parece que a su orgullo puedan dejarle indemne las muchas cosas que le (nos) han ocurrido desde abril hasta acá, incluyendo ese giro de ciento ochenta grados impuesto a la ideología política del jefe del Gobierno español y del programa con el que el PSOE ganó las elecciones. Acusa su rostro el golpe, los muchos golpes recibidos en estos últimos meses que conmocionaron España, desde la ‘rebelión’ de Montilla en Cataluña hasta el portazo del amigo Cándido Méndez convocando –qué remedio le quedaba—una huelga general para finales de septiembre.
–Casi todo mal–
Creo que a Zapatero últimamente casi todo le ha salido mal, o casi todo lo ha hecho mal en una coyuntura internacional y nacional especialmente difícil, que eso también hay que reconocerlo. El considera, en unas declaraciones dominicales semiescondidas bajo el disfraz de un perfil periodístico, que su mejor acierto fue el proceso de paz con ETA, “ahí se sembró una solución definitiva”. Personalmente, estoy de acuerdo, aunque ya sé que una mayoría de españoles critica con acritud aquellas negociaciones con la banda; algún día cercano, cuando llegue el auténtico final de la pesadilla, sabremos, imagino, la verdad completa, esa que Pérez Rubalcaba se empeña en mantener aún oculta, incluso a base de dificultar la publicación de un libro del que es coautor el principal negociador con los terroristas vascos. Como principal error, el propio ZP, en raro rasgo de autocrítica, señala que estuvo “demasiado tiempo en el debate de si crisis o desaceleración”. Yo diría que lo peor fue que luego actuó en consecuencia con ese error de partida.
–Año clave–
Todo indica que este año en el que cumple los cincuenta va a ser clave en la biografía de un Zapatero que a mí se me antoja que está pensando en batirse en una cierta retirada, no sin antes, desde luego, tratar de arreglar algunas cañerías económicas y de solucionar algunas importantes pifias institucionales. Luego, supongo que propondrá un/a sucesor/a a su partido; es, al menos, lo que piensan ya bastantes dirigentes socialistas y alguna que otra persona que presume –puede que vanamente: ¿quién puede asegurar que conoce a José Luis Rodríguez Zapatero?—de estar en las confidencias presidenciales.
–¿Hará rueda de prensa de final de temporada?–
Me encantaría, claro, poderle preguntar todo esto –¿hará finalmente esta semana su tradicional rueda de prensa ‘larga’ de cada final de período político?–. Pero él sabe administrar sus tempos y escapa a una respuesta contundente cuando se le pregunta por sus planes para sí mismo. Parece lógico: pero solamente una vez en la vida, ay, se puede celebrar cumplir el medio siglo, cuando aún, sin demasiadas prisas pero sin ninguna pausa, se puede corregir el tiro y hacer propósito de la enmienda en lo que quepa. ¿Está en ello Zapatero?
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