Rodiezmo no ha sido, definitivamente, el inicio de esa nueva era que se ve venir. Zapatero me ha decepcionado: solo habla de él, de lo bien que vamos y nos muestra, sin darse cuenta, por dónde andan sus preocupaciones. O sea, lo de que ataca a las clases medias –el PP ha golpeado ahí donde duele–, lo de que improvisa y ese titular de este domingo, según el cual los países europeos ponen en evidencia a España, que no se recupera de la crisis como ellos.
Para colmo, un demoledor artículo en El País de la economía este domingo, con una portada en la que muestra a Zapatero llevando el timón a la deriva.
Todo eso ha pesado en el mítin de Rodiezmo, evidentemente. ZP tiene, al menos, el valor de no hundirse, aunque acaso nos estemos hundiendo. Pero la preocupación está ahí, y no hace falta saber mucha psicología para darse cuenta. Yo, la verdad, aunque no quiero unirme a los catastrofistas –a muchos les interesa ese papel–, estoy empezando a acollonarme, tanto en mi faceta de mínimo empresario como en la de colaborador asalariado.
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