La puñetera cumbre del G-20, que nos trae a todos a mal traer. No sabemos muy bien por dónde va a tirar ZP –esperemos que no le dé por epatar al mundo mundial–. Es nuestro presidente, nos representa a todos. Hay que pedirle que lo piense así, no en su lucimiento, ni en potenciar, cual Miquel Barceló, la alianza de civilizaciones, ni instalar una nueva socialdemocracia –cual un Rosa Luxemburgo leonés– en el planeta, sustituyendo a la dialéctica comunismo-capitalismo.
Pero no estamos para muchas teorías, sino para aplicar las reformas a mejorar la vida de los ciudadanos, creo. Yo apoyaré en este lance a Zetapé ‘casi’ haga lo que haga, qué remedio (tampoco hay posibilidades de mucha otra cosa).Luego, ya veremos.
Todo el mundo se pregunta qué va a decir ZP; y no nos lo dicen los chicos de La Moncloa, que van filtrando con cuentagotas mínimos detalles. Quizá, a estas horas, ni siquiera haya terminado de elaborar el discurso, los siete minutos más difíciles de la historia de Zapatero.
Pero, una vez más, estoy en desacuerdo con la por tantos motivos magnífica Rosa Díez: yo creo que ZP, esta vez, ha actuado bien para obligar a Bush hasta a invitarlo a la cena de gala en la Casa Blanca esta noche próxima; no hay más que ver que los holandeses nos han imitado en las presiones para estar también ellos. Luego, ya veremos si el presidente español acierta en el discurso. Lo dije en un artículo que envié a OTR esta mañana: no nos falles. Si nos fallas, te lo diremos muy claramente, zetapé. Porque vas a Washington no con el billete que te ha conseguido Sarkozy, sino con el pasaporte que te hemos dado nosotros.
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