Camps y Rajoy están condenados a entenderse. Son estilos distintos –excepto en su aversión a charlar con los medios de comunicación– y, en cierta medida, distantes. Creo que Rajoy es persona sensata, poco carisma pero independiente, honrado y tranquilo. No le adorna el don de la cercanía a las personas, cosa que tampoco, me parece, a Camps. No me gusta demasiado el estilo del presidente de la Generalitat valenciana, pero una cosa es una cosa –lo mal que se lo ha montado– y otra, otra –no creo que mucha gente piense que se ha metido dinero en el bolsillo; no a título particular, desde luego–.
Pienso que hizo bien Rajoy en apoyarle en la plaza de toros de Valencia: no hay que presumir culpabilidades (hay imputados que no deberían estar en las listas. Lo de Camps, lo he dicho muchas veces, me parece diferente: ¿es tres trajes el precio de la liquidación de una vida política?). Esperemos al veredicto de los tribunales, en los que, pase lo que pase, me parece que hay que confiar. Pese a todo.
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