El lamento de mi amigo el dibujante


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(Puigdemont: una pérdida irreparable para los ‘cartoonists’)
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(Iglesias, ‘retratado’ hasta por el dibujante de Moartadelo y Filemón)

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(Lo que nos dijo uno de los inolvidables dibujantes de Charlie Hebdo)
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Siempre he sido un gran admirador de los ‘cartoonists’, esos dibujantes que sintetizan, con humor, con sarcasmo o/y con ferocidad, lo que ocurre o debería ocurrir en el panorama de la actualidad. Muchas veces, una viñeta resume mucho mejor que una crónica, o incluso mejor que un libro, lo que está sucediendo. Ahora, los ‘cartoonists’ españoles están de luto: Pablo Iglesias se ha cortado la coleta, o el moño. Y uno de ellos, buen amigo, se duele: “ahora, con todos estos guapos que tenemos en la política, ¿cómo sacar punta a sus caricaturas? El corte de la coleta de ‘el coletas’ es una tragedia”.

Vaya si lo es. Ayer, uno de los mejores dibujantes de humor que tenemos en el país, Tomás Serrano, publicaba una viñeta en la que solamente aparecía una mata de pelo: “por fin me he cortado a Pablo Iglesias”, decía la coleta. Sospecho que, por mucho que el ex vicepresidente sobresalga en su nueva faceta de ‘periodista crítico’ (oh, Dios mío) o por muchos volatines que dé en su vida privada, el señor Iglesias aparecerá pocas veces ya en los dibujos de humor.

No he podido resistirme a participar en esta necrológica política de quien ha hecho las delicias de tantos dibujantes y ha sido la desesperación de tantos informadores. Y entiendo a mi amigo: se nos ha ido ‘el pelucas’ Piugdemont, que ya no interesa, y su sucesor Pere Aragonés, por poner un ejemplo, es incaricaturizable. El rey actual, Felipe VI, nada que ver con su padre, que por cierto, atención al dato, regresará, o lo intentará, el mes próximo, supongo que para gozo de los viñetistas. Pedro Sánchez y Pablo Casado no dan, la verdad, mucho de sí para estos artistas. Y las facciones regulares de las mujeres que irrumpen en la política ofrecen pocas posibilidades para la sátira del lápiz.

Manuel Fraga, que sí era bastante ‘cartoonizable’, me dio, rara avis, la razón un día en el que le comenté que el Fraga real había acabado pareciéndose al Fraga que dibujaba Peridis. Y Georges Wolinski, uno de los dibujantes de Charlie Hebdo, lamentablemente asesinado en 2015 por el fanatismo, nos sorprendió un día a un pequeño grupo de contertulios asegurando que no habían sido Woodward y Bernstein quienes acabaron con la carrera de Nixon, sino los ‘cartoonists’ que le convirtieron en ‘tricky Dick’, ‘Dick el tramposo’, con su larga nariz de Pinocho. Exageraba Wolinski, claro, y él lo sabía; pero qué duda cabe de que los feroces críticos gráficos fueron los que acabaron de cavar la sepultura del responsable del escándalo Watergate.

Puede que una de las señales de que ha acabado una era, un tanto convulsa, consista en que Pablo Iglesias ya no estará en las viñetas de Ricardo, ni en las de Gallego y Rey, ni en las del Roto, ni… La Puerta del Sol de hace diez años, tomada por los ‘indignados’, poco tiene que ver con la actual, en la que los manifestantes esgrimen una lata de cerveza por bandera. Y puede que el gran ególatra, que se aupó a lomos de aquella indignación, esté disfrutando en estas horas de sus últimos titulares, las últimas portadas. Todo lo que haga a partir de ahora será peor que cortarse la coleta. Adiós, Pablo, adiós. Solo siento, la verdad, que te vayas por mis amigos los ‘cartoonists’.

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