Ha empezado la cacería de (contra) Yolanda Díaz


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(¿friend or foe?)
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¿Ha empezado ya la cacería a la increíblemente aún vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz? Parecería que, entre los errores propios y los disparos ajenos, el carisma de quien teóricamente sigue siendo la ‘número tres’ del Ejecutivo con(tra) el que compite ha empezado a tambalearse. No, no ha sido esta una buena semana para Díaz, que sigue siendo la principal incógnita electoral y a la que los ‘trackings’ diarios periodísticos le siguen negando, en apretada pugna con Vox, el tercer puesto en el favor del electorado. Y, sin embargo, su figura sigue siendo decisiva en la configuración del futuro de la izquierda. Puede incluso que el futuro de la izquierda llegase a ser ella si…

«Sí, quiero ser la primera presidenta del Gobierno de España», dijo la señora Díaz cuando presentó su partido (o su movimiento), Sumar, el pasado mes de abril en el polideportivo Magariños. Comprobé la enorme expectación suscitada por aquel lanzamiento. Luego, la trayectoria ha sido irregular: el acierto principal es la propia Yolanda Díaz, su indudable cercanía y empatía, carisma personalista sin freno. Los errores han sido varios, desde la indefinición de la posición sobre ese referéndum de independencia en Cataluña que predica su gran aliada Ada Colau hasta la apresuradamente retirada propuesta de ‘expulsar de la carrera’ periodística a los informadores que no se atengan a un determinado código deontológico; un absurdo imposible de cumplir que muestra el escaso conocimiento del tema en las filas ‘yolandistas’.

Pero ha habido más: por ejemplo, algún nombramiento, como el de ‘número tres’ de la candidatura por Madrid al diplomático Santos Maraver, hasta ahora embajador de España ante las Naciones Unidas, a quien ahora –¡ahora!– se le ha ‘descubierto’ (¿?) un pasado que Alfonso Guerra definió como ‘trotskista’. O, sobre todo, esa a mi juicio poco meditada y también luego matizada propuesta de ‘renta universal’ que otorgaría 20.000 euros a los jóvenes por el mero hecho de serlo, una idea criticada como impracticable hasta por Nadia Calviño, la mismísima vicepresidenta primera del Consejo de Ministros en el que la señora Díaz es vicepresidenta segunda, toma ya. Sí, es fácil lanzar propuestas de beneficencia universal cuando estás en la oposición; no lo es tanto cuando gobiernas, y resulta que la señora Díaz se encuentra ahora ejerciendo ambas posiciones, lo que es claramente insostenible en una campaña electoral. Y se nota.

El caso es que, en sus mítines, Pedro Sánchez prefiere no atacar (al menos, que se perciba de manera palpable) a quien sería su aliada a la hora de la investidura. Pero el trabajo ya lo hacen la derecha, que ha puesto a la señora Díaz en el ojo de mira de sus escopetas, entendiendo que es ‘un PSOE bis’ –Vox es más zafia en sus calificativos y la llama «Yolanda puñales»–, y la izquierda, desde Gabriel Rufián, que dice que «Yolanda me da más miedo que Abascal», hasta, claro, Pablo Iglesias, en plena soterrada ‘vendetta’ contra Díaz por haberse ‘cargado’ de hecho a Podemos.

Tuve ocasión de moderar una mesa redonda en la que estaba la valiosa Tesh Sidi, nacida en los campamentos de Tinduf. Inquirí sobre la contradicción de que ella, la ‘número tres’ de la candidatura por Madrid, sustentase posiciones radicalmente opuestas sobre el Sahara a las del ‘número dos’, el mentado Agustín Santos Maraver, considerado bastante pro marroquí. También le pregunté sobre la propuesta de los veinte mil euros para jóvenes. Y sobre el referéndum en Cataluña. Saqué la conclusión de que Sidi es una figura sólida, pero sus respuestas no podían serlo tanto: son muchas las contradicciones que rodean a Sumar y a sus quince formaciones acompañantes. Empezando por el hecho de que su más flamante (y no menos valiosa, es cierto) adquisición, el diplomático y europarlamentario Ernest Urtasun, designado portavoz de Sumar, parece tener a veces luz propia independientemente de la de Yolanda Díaz, que no estuvo en el acto de presentación del programa electoral de la formación. Y en Sumar la única luz tolerable es la de ‘ella’, cuya fotografía irá en la papeleta del voto. Ninguna más

Quizá sería hora de que la señora Díaz, que corre de mitin en mitin, de aparición en aparición, sin un diseño de campaña que parezca demasiado bien trazado, aclarase algunas de estas contradicciones, lógicas en parte –en parte– si se considera que la formación Sumar cuenta formalmente con menos de cuatro meses de vida (y qué meses…). Le queda un debate ‘a tres’ (más interesante, me parece, que el ‘cara a cara’ entre Sánchez y Feijoo del próximo lunes) y, confiemos, algún encuentro periodístico para definir su futuro: puede llegar a presidenta, como ambiciona, a no demasiado largo plazo. O puede protagonizar un despeñamiento casi sin precedentes en la historia de las catástrofes políticas españolas. Elija: le quedan ya menos de dos semanas para que ocurra una cosa o la otra. Y es pieza de caza apetecible.

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