La izquierda que queremos no es la que tenemos

Sigo sin comprender qué pacto ata a Sánchez con los residuos de Podemos en el Gobierno. El hombre con quien suscribió en 2019 tal pacto, que Sánchez sabía que no le dejaría dormir, el inestable Pablo Iglesias, ya ha dejado –oficialmente—la política tras estrellarse en ella, y ahora anda socavando esa izquierda-de-la-izquierda que él construyó con mérito y con más ambición dispersa que programa y fundamento. Hoy, Unidas Podemos casi ha dejado de existir, empujado por la propia heredera de Iglesias, que jamás militó en UP: Yolanda Díaz busca, con razón, un espacio propio al margen de esa pareja de ministras, inoperantes pero ‘incordiantes’, que son Ione Belarra e Irene Montero, que tanto daño están haciendo a la política española. Hasta el ministro Garzón se ha separado de ellas.

¿Qué hace Sánchez ligando su, NUESTRO, Gobierno con un moribundo como Unidas Podemos, un partido que ni siquiera es capaz de llegar a tiempo de formalizar su candidatura en Andalucía?¿Qué hace atando su, nuestro, Gobierno a una formación que para nada comparte ya los valores esenciales de este sistema en cuanto a la forma del Estado, alineamientos internacionales, instituciones, economía e incluso territorialidad? Nunca ha sido mayor la contradicción entre una y otra rama del Ejecutivo que ahora, cuando los ‘podemitas’, liderados por alguien como Pablo Echenique, piden nada menos que la dimisión de la ministra de Defensa, convertida en su total enemiga.

Estamos en momento graves en los que hasta los servicios de seguridad se han puesto en tela de juicio, y quizá estén empezando a debilitarse en vísperas de una ‘cumbre’ de la OTAN en Madrid que no va a ser, con la que está cayendo en Europa y en el mundo, un encuentro cualquiera. Yolanda Díaz tiene ahora mismo en sus manos el futuro político de la nación casi tanto como Pedro Sánchez. Ella conserva la credibilidad y la popularidad, y no puede dilapidarlos por un quítame allá esas subvenciones en Andalucía.

Cada día veo más claro que la única posibilidad para la señora Díaz es constituirse en una especie de ‘ala izquierda’ del laborismo, es decir, del PSOE. No habrá, al menos a medio plazo, ninguna nueva posibilidad de ‘sorpasso’ al PSOE por parte de la izquierda-de-la-izquierda. Ni de que esa izquierda-de-la-izquierda-de-la-izquierda ejerza un gobierno efectivo de la nación, ni influya en la marcha de la misma más allá de poner continuos obstáculos para ganar un espacio en los titulares.

Errejón no deja de ser un apéndice menor (del PSOE), y sigue dando vueltas, cavilando dónde colocarse. El PSOE, desnortado y mal dirigido en Ferraz, es ya la parte menos importante del Gobierno (sector Sánchez, claro). Alguien, en el partido, y no serán ni Santos Cerdán ni, menos, Adriana Lastra, tiene que hacer la ‘operación izquierda’, creando su propia ala crítica mucho más allá de la corriente Izquierda Socialista: atraer a los jóvenes, a los desconcertados con una socialdemocracia que no acaba de definirse, a tantos huérfanos que no encuentran el centro progresista y temen la alianza de la derecha moderada con la que es inmoderada.

Pero, claro, mientras el Gobierno se debata acerca de las exigencias de sus aliados que le sustentan en una precaria mayoría, mientras haya ‘dos almas’ (o lo que sea) en un mismo Ejecutivo, mientras se exija la cabeza de nada menos que la responsable de las Fuerzas Armadas para mantener un ‘statu quo’ claramente indeseable y no se den las adecuadas respuestas desde donde deben darse, es decir, La Moncloa, poco habrá que hacer. No, no estamos para bromas, para tonterías, para despistes ni para juegos de patio de colegio ni de salón. Sánchez, no nos falles…más: esperemos que su comparecencia en el Congreso no sea para repetirnos la trola de que el Gobierno desconoce a quién espían los espías oficiales. Y usted, señora Díaz, haga de una vez su plataforma, pero sobre bases sólidas, fuera de la jaula de grillos grillados. Arreglen esto de una vez en lugar de estropearlo cada día un poco más, por favor.

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