Hace nueve años, el 15 de mayo de 2011, estalló la revolución de ‘los indignados’, que tomaron la Puerta del Sol e hicieron surgir un partido nuevo, Podemos, que comenzó formalmente su andadura con un buen resultado electoral en las elecciones europeas de 2014. La crisis económica que estalló en 2008 y una mala gestión bipartidista de las consecuencias de esta crisis hizo que prendiera el fuego del descontento. Hoy, aquel movimiento indignado ha logrado, tras no pocas vicisitudes y transformaciones, situar en el Gobierno a aquel partido. El 15 de mayo de 2020 es la fecha en la que podría situarse el estallido de una nueva revolución, de signo radicalmente opuesto y enfrentada a este Ejecutivo que preside Pedro Sánchez. Un movimiento que ha dejado de ser patrimonio de los barrios ‘bien’ de Madrid para extenderse a otros puntos de España. ¿Hacia dónde vamos?
Pienso que las manifestaciones envueltas en la bandera nacional, pacíficas hasta el momento, pero, eso sí, desafiantes con las normas del confinamiento dictadas por las autoridades de Sanidad, no están capitalizadas por Vox y, menos aún, por el Partido Popular, pero favorecen, desde luego, cualquier movimiento alternativo frente al actual Gobierno de coalición ‘de progreso’. Una indudable indignación popular ante la manera de conducir la política confinada, el cansancio de la reclusión y el miedo cierto a las consecuencias de una pavorosa crisis económica, que será peor sin duda que la de 2008 y que llega imparable, son el caldo de cultivo de esta ‘nueva revolución’ de lo que desde La Moncloa se llama, con cierto desdén, ‘las derechas’.
Y, como ocurrió en 2011, ni los medios nos hemos dado cabalmente cuenta de lo que se estaba generando ni, menos aún, la clase política instalada parece haber sido consciente de la efervescencia en una parte, seguramente no desdeñable, de la sociedad. Y el estallido se produce precisamente en momentos decisivos, cuando el Parlamento autorizará o no este mismo miércoles la prolongación por un mes del estado de alarma, como quisiera el Gobierno Sánchez, o quizá solamente por quince días, como pretende Ciudadanos, que se ha convertido en una clave pese a su relativa insignificancia en escaños (diez). El partido de Inés Arrimadas y Edmundo Bal ha hecho ver su extrañeza por el empecinamiento del Gobierno por prolongar el estado de alarma de golpe por un mes, y no por períodos de quince días, como prevé la Constitución y como había anunciado que haría el propio Sánchez.
Ello hace prever que el debate parlamentario de este miércoles será muy vivo y tenso. El Ejecutivo se halla ante una decisión crucial: tratar de seguir apoyándose en Esquerra y en las otras fuerzas independentistas o virar definitivamente hacia otras alianzas. Porque tener a todos a favor parece ahora casi imposible. Y mientras, ya digo, la calle empieza a estallar. Aquel 15 m de 2011 acabó, de una u otra forma, en el Gobierno; este 15 m, que parece tan descontrolado como aquel, aunque en el otro lado de la (des)balanza, ¿cómo, dónde, acabará? Aunque cueste creerlo, quizá de la sesión parlamentaria de este miércoles dependan muchas más cosas de lo que inicialmente pudiera pensarse.
fjauregui@educa2020.es
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