Una consulta de urgencia entre algunos socialistas más o menos relevantes me ofrece un resultado que deja poco lugar a la duda: con el órdago de adelantar las elecciones generales al 23 de julio, Sánchez está extremando su temeridad y «seguramente está dando las llaves de La Moncloa a Alberto Núñez Feijoo, aunque él pretenda lo contrario».
Son muchas las interrogantes que se abren tras la inesperada comparecencia de este lunes del presidente, que ni anunció su decisión a la cúpula del PSOE ni a la mayor parte de los ministros del Gobierno, empezando, claro, por las ministras de Podemos. Tampoco los periodistas tuvieron oportunidad de hacer preguntas al presidente tras la declaración ‘institucional’. Un golpe de mano súbito que cambia las previsiones de todo el mundo sobre el futuro político en España.
Las preguntas se amontonan en mi bloc. ¿Se presentará Sánchez, evidentemente desfondado por los resultados del domingo, a la reelección? No creo que tenga otra posibilidad y, conociéndole un poco, intuimos que está disfrutando con este nuevo desafío, que otra vez le pone en la cuerda floja en la que tan bien se desenvuelve. Pero otra incertidumbre se integra en la lista: ¿qué ocurrirá ahora con la ‘opción Yolanda Díaz’? ¿Es el gran momento de la vicepresidenta que quiere ser presidenta, integrándose en las candidaturas socialistas, que obviamente van a necesitar una gran renovación? Y entonces ¿qué sucedería con la ‘izquierda de la izquierda’, es decir, Podemos, que tan malos resultados ha obtenido en las urnas el 28-m?
Hay más: ¿cómo se reorganizará el propio PSOE, que tan deficientemente ha funcionado, equivocando los mensajes y permitiendo que la campaña fuese ‘sanchista’, y no una del Partido Socialista, mal dirigido, por cierto, por la ministra de Hacienda y por alguien tan ligado a la figura de Sánchez como Santos Cerdán? ¿Habrá ajustes inmediatos, ya en junio, como el cese de las ministras podemitas, del director del CIS, de algunos asesores perniciosos, dentro y fuera de Moncloa?
Y, por lo que respecta a la alternativa, es decir, al Partido Popular de Feijoo, ¿se congelan ahora, a la espera del resultado de los comicios legislativos del 23-j, las posibles negociaciones con Vox para la constitución de gobiernos en autonomías y ayuntamientos, aunque los plazos en este último caso estén legalmente tasados? ¿O dará Feijoo un puñetazo sobre la mesa y asumirá el riesgo de formar gobiernos en solitario allá donde sea remotamente posible, a la espera de la ‘multipliación’ de sus escaños en el Parlamento nacional? Porque ahora, este tsunami desatado por Sánchez podría colocar al PP al borde de la mayoría absoluta, según cálculos no sé si demasiado apresurados de quienes presumen de entender de estas cosas.
Por último, ¿qué ocurre con la presidencia española de la UE, tan minuciosamente preparada por el Ejecutivo? Porque esa presidencia comienza, precisamente, en julio. Tendrá que ser el equipo de Sánchez quien, en todo caso, la gestione. ¿Ha sido esta presidencia una de las razones de la súbita anticipación? ¿O más bien lo que se hace es frenar una rebelión de socialistas notorios contra el secretario general y su entorno? ¿Tan pesimistas eran las perspectivas de desgaste para el PSOE en las próximas semanas que han obligado a Sánchez a esta huida hacia adelante?
Probablemente, este comentario de urgencia habrá de modificarse en las próximas horas, porque las preguntas son demasiadas y de demasiado calibre, y son muchas las respuestas que el propio Sánchez, él sobre todo y sobre todos, nos debe, aunque en primera instancia se las negase a los periodistas. Se abre una nueva era… ¿sin Sánchez? Pero ¿tiene Sánchez un delfín? Bueno, no anticipemos acontecimientos, que bastante nos los precipitan otros. ¿No queríamos campaña electoral? Pues toma tres tazas. Confiemos en que sea más sensata, positiva y educada que la que concluyó hace tres días, aunque ya parece que hayan pasado años; menudo ritmo lleva esta loca política nacional nuestra.
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