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(¿a quién conviene un choque de trenes? No a los maquinistas, no a los pasajeros, no a quienes viven en el entorno. A quién?
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Un desafío formidable al Estado requiere una respuesta notable del Estado, no del Gobierno. Mas es un iluminado que, como Ibarretxe, acabará mal. Pero hará daño a ese Estado que tiene que defenderse de él, negociando, no dándole la espalda –nunca des la espalda a tu enemigo, y enemigo es el actual president de la Generalitat–. Lástima que algunos consideren que negociar es ceder; nunca lo fue una buena negociación. Pero, claro, ello requiere estadistas, y nunca lo fueron quienes, como quienes actualmente ostentan responsabilidades de gobernar y de oponerse, presumen de ni siquiera leer los periódicos, que son una vía de expresión de opiniones ciudadanas. O eso deberían ser.
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