El fracaso de la izquierda (y de la derecha)

Decía Pompidou, el injustamente olvidado presidente francés, que la principal diferencia entre alguien de izquierdas y alguien de derechas eran la textura y colores de la corbata. Y esto, que obviamente tenía pretensiones de mera boutade, lo afirmaba ya en 1973, cuando ni se había derrumbado el muro de Berlín ni las ‘internacionales ideológicas’ (socialdemócrata, liberal, democristiana) habían entrado en caída libre. Sin embargo, tiendo a pensar, con Pompidou y sin duda hoy con muchas más razones, que los perfiles que diferencian a la derecha de la izquierda son crecientemente difusos, y que ya ni las recetas económicas, ni los planteamientos religiosos, ni las costumbres sociales, sirven para etiquetarnos: las etiquetas son emplastes ficticios creados, interesadamente, por las banderías.

¿Acabamos entonces con los partidos políticos, como sugieren algunos de los más radicales acampados al calor del movimiento ‘democraciarealya’? Me parecería harto peligroso ese salto en el vacío, y ni siquiera Cayo Lara, el duro coordinador de Izquierda Unida, llegaría tan lejos, pese a sus pretendidas concomitancias con los manifestantes. La democracia, lo digo desde la simpatía confesada a esos acampados que van a dar un vuelco a tantos planteamientos y a la propia recta final de la campaña, no puede estar adjetivada: ni es orgánica, ni revolucionaria, ni liberal, ni real. ¡Es la democracia, estúpido!, diría yo, parafraseando la célebre frase de James Carville, tan utilizada en la campaña de Bill Clinton, que nunca se sabrá si era de izquierdas (a su aire) o de derechas (al modo liberal americano).

De ahí la falacia de utilizar, como lo hace pienso que equivocadamente Zapatero, el fantasma de la ‘derechona’ para convencer a sus votantes: me parece que los españoles buscan soluciones, no recetas con envase ideológico. Y lo mismo cabe decir para esos extremistas que se proclaman orgullosamente ‘de derechas’ (afortunadamente ninguno está entre los dirigentes oficiales del PP), disparando rabiosamente contra ‘lo progre’. No creo, en suma, que estas elecciones del domingo (ni las generales de marzo, si es que finalmente tienen lugar entonces, y no antes) se jueguen sobre ese tablero.

Tiendo a pensar que los ‘indignados’ que inventan eslóganes a lo ‘mayo del 68’ en esa Puerta del Sol que alguien, desmesuradamente, quiere comparar con la plaza Tahrir cairota (oiga, que esto es una democracia, todo lo incompleta que usted quiera, pero democracia al fin), quieren lo mismo que el resto de los ciudadanos: solución para sus problemas, que cada día acucian más. Nadie busca, me parece, implantar aquí un soviet desde la ‘izquierda’, ni abolir libertad alguna desde la ‘derecha’ (y, por favor, coloque usted comillas en ambos términos). Pretender, a estas alturas, que hay dos modelos de sociedad, dos españas, una desde la derecha y otra desde la izquierda, es una falacia. Sí, existen dos españas: la de la justicia y la de la injusticia, y de ambas cosas hay en esos dos pretendidos bandos que, me parece, el español común quiere cada vez más colaboradores y cercanos entre sí. Y, por favor, que no me diga nadie que eso significa ni el fin de los partidos ni el del actual sistema.

2 respuestas

  1. No,Fernando, no te digo que es el fin de los partidos; pero no lo es por
    la sencilla razón de que no hay balls para llevar a cabo esa Revolución
    y es una pena. Después de tanto decirme que eso no es posible, o que
    no funcionaría, ahora,va, y todos se apuntan a la falacia de las traídas
    y llevadas ideologías; en todo el mundo se reclama que desaparezcan;
    la Democracia no tiene por qué desaparecer ni estar debilitada ni nada
    de eso;según yo entiendo, Democracia significa Gobierno del Pueblo, y
    en ningún sitio aparece ni la izquierda ni la derecha ni los ultras en ese
    Gobierno del Pueblo.Yo saco una conclusión de eso: las antiguas tribus
    que se comían los hígados en sus luchas entre rivales,como vieron que
    el mundo se iba civilizando y eso ya no servía y con el advenimiento
    de la geometría y de la trigonometría, se fueron inventando los «lados»
    del espectro político(espectro va por lo de «fantasmas»).Y perdonadme
    si veo espíritus o los dedos se me hacen huéspedes,pero detrás de las
    manifestaciones del DRY, yo veo la diabólica influencia y metemanura
    del Maligno y del Quinto Jinete; por desgracia, sé que abandonaré este
    mundo sin haber visto unas elecciones limpias, de poder a poder y con
    los argumentos de cada uno en la mano,sin insultos,sin calumnias,a las
    que tan acostumbrados nos tienen los «Comisarios Políticos»,en fin,unas
    elecciones de las que se pueda estar orgulloso. Mundo cruel…País de
    Locos…..

  2. Pues lamento disentir, pero creo que las ideas de las nuevas generaciones no caben en los estrechos y encorsetados moldes de «la izquierda» y «la derecha». Éstas etiquetas fueron convenciones ideadas por los revolucionarios franceses para discrepar unos de otros sin llegar a matarse unos a otros, lo cual no consiguieron. NO estamos en la revolución francesa, estamos en el siglo XXI, y estos apriorismos son caducos. ¿Bin Laden era de derechas o de izquierdas? Vivimos en un mundo plural, y los conceptos ideológicos deben ser totalmente libres para que todo contenido de la conciencia de una persona quepa en el arco político. La tradicional división entre conservadores y progresistas debe ser abolida, y eso no significa que desaparezca la democracia, sino que se haga más plural y libre, y las ideas de cualquier persona por peregrinas que resulten sean escuchadas por el poder de turno. LAmento discrepar.

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