Comprendo que la sensación y los titulares los acaparase el mítin ‘susanista’ en Madrid, con todo el aparataje tratando de eclipsar a un Pedro Sánchez que creo que ya intuye que no podrá ganar en las primarias de su partido. Pero, a los efectos de este comentario, que trata de anticiparse a lo que ocurrirá en la semana que comienza, lo verdaderamente interesante consiste en desbrozar si una probablemente ganadora Susana Díaz hará una oposición frontal o, por el contrario, de ‘leal colaboración’ a Mariano Rajoy. Al menos mientras dure el ‘marianato’. Porque ella no podría, como candidata, afrontar ahora unas elecciones generales, ni él, ya nos lo ha dicho, quiere convocarlas: no sería bueno para su imagen ni para el país, que “bastantes tonterías hicimos” ya el año pasado como para meter ahora a meter a España en una contienda electoral. Así que me da la impresión de que ambos, Díaz y Rajoy, están condenados a entenderse durante algunos meses.
Si Susana Díaz gana, como parece que ocurrirá, las primarias; si logra mantener lo más incólume posible al PSOE, que no va a ser tarea fácil;
si, al menos, el comité federal y los ‘barones’ territoriales se alinean con sus tesis, entonces yo diría que ella será leal oposición, ya que no pudo ser gran coalición. Y me parece que la nueva ‘lideresa’ del partido que fundó Pablo Iglesias (Posse) hace la friolera de ciento treinta y ocho años podría, entonces, alinearse en un gran pacto presupuestario y territorial con el PP, con Ciudadanos y, por qué no, con el PNV y con algunos pequeños partidos regionales. ¿Y con Podemos? Sinceramente no soy capaz de desentrañar lo que pueda ocurrir con la formación morada encabezada como a saltos por el ‘otro’ Pablo Iglesias, que lo mismo aparece ante la puerta de Brandenburgo que mitineando en un suburbio madrileño…y diciendo cosas bien diferentes en ambos escenarios.
Lo que sí sé es que, o las fuerzas políticas españolas toman conciencia de que ya se acabaron los juegos de colegio o vamos a sufrir la peor crisis política desde la restauración de la democracia, a manos y básicamente por culpa de unos irresponsables que han decidido, contra el sentir de al menos la mitad de los catalanes, lanzarse a tumba abierta por la pendiente del separatismo.
Claro que también los errores cometidos por los constitucionalistas, y lo digo comenzando la crítica por Mariano Rajoy, pero extendiéndola a todos los demás, han propiciado lo que ahora está a punto de ocurrir: no han sido capaces de pactar el choque trenes, convirtiéndolo en un choquecito sin más víctimas que la dignidad lastimada, y ahora puede que tengamos la batalla abierta y cruenta. Y si me alegraría el triunfo de Susana Díaz en las primarias del PSOE sería porque pienso, no sé si con mucho fundamento, que ella restauraría el sentido común que se perdió y que por lo visto ahora impera en las conversaciones telefónicas que desde La Moncloa se celebran con algunos de los dirigentes del socialismo ‘pospedrista’.
Es decir, a Susana Díaz no le conviene que ahora haya elecciones: antes tendrá que hacerse fuerte en Ferraz. Y a Mariano Rajoy tampoco le convienen: menudo lío. Y al resto de los españoles lo que no nos convendría sería proseguir con todos los frentes abiertos, sin que nadie parezca tomar decisiones ni entablar una negociación con la Generalitat que no sea ‘a uno’, el PP, solo ante el peligro; creo que ha llegado la hora del pacto por la integridad territorial y que, cuando traten ‘en serio’ con la Generalitat catalana, los ‘populares’ deben estar con los socialistas, con Ciudadanos y también, insisto, con los nacionalstas vascos, que ni entienden, ni apoyan, ni les conviene hacerlo, la deriva emprendida por la ‘entessa’ de los ex de la Convergencia corrupta, de los republicanos exaltados de la Esquerra…y de las CUP. Es llegado el momento, ahora que la crisis del segundo partido de este país está a punto de cerrarse aunque sea algo en falso, de pensar en el bien de la nación, o sea, de España.
Rajoy sí lo sabe, y acudirá esta semana a Barcelona para anunciar fuertes inversiones allá, que el buen entendimiento comienza con un buen almuerzo y generosidad económica. Lo que no hace el presidente del Gobierno central es fomentar la colegiación en las relaciones entre Cataluña y el resto de España. Creo que, si él ofreciese ahora, comprometiéndose mucho y a mucho, un gran pacto frente a la desobediencia sistémica de los dirigentes y ex dirigentes catalanes, en el PSOE estarían en condiciones de oírle, e incluso de pactar unos Presupuestos para 2018, garantizándonos así el período de estabilidad que necesitamos todos para afrontar lo que ha dado en llamarse ‘el problema catalán’ y para restañar las heridas de 2016. Esa época, Mariano dixit, en la que todos hicimos tantas tonterías. Pero algunos más que otros, añado.
fjauregui@educa2020.es
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