Estuve esta mañana en uno de esos desayunos multitudinarios (uno de Europa Press, en el hotel Villamagna) con José Blanco, el número dos del PSOE. No soy de los que minimizan el talento de este hombre, aunque tenga en ocasiones salidas de pata de banco. Asume su papel de ‘hombre del aparato’, es el látigo del PP (a veces en demasía. Cansa un poco), al que culpa de todos los males. Y debe de pensar que somos medio tontos todos cuando nos dice, por ejemplo, que el ministro de Industria no sabía nada del golpe de Estado de la italiana ENEL sobre Endesa, para desbaratar la opa de E.On. Claro que lo sabían. Claro que el PP no tiene la culpa de todo (sí de algunas cosas), claro que el PSOE no va tan bien en Madrid, etc.
Pero Blanco, que no merece, insisto el despectivo nombre de Pepiño –aquí tendemos a despreciar muy pronto a todos; nadie es peor que nadie– es un genuino representante de esta nueva clase política emergente, que nada tiene que ver con la de la transición. ¿Es peor? Bueno, es distinta, y no diría yo que mejor. Hay una cierta falta de preparación, de brillantez, en esta clase, y no lo digo por Blanco, o no solamente por él. Desde Zapatero hasta…Pujalte, pongamos por caso, pasando, claro, por los acebes, los zaplanas, por ministros/as varios/as, presidentes autonómicos de todos los pelajes, sin que necesariamente equiparemos a unos con otros, encontramos algunos rasgos comunes en nuestra denostada, y puede que lo merezca, clase política. Detalle cada quien cuáles pueden ser esos rasgos comunes. Seguro que en muchos llegaríamos a un acuerdo.
No soy de los que tiran por principio contra la clase política como un todo. Creo que estamos en unos momentos en los que los poderes, incluyendo el cuarto poder, estamos como en un cierto momento bajo, por decir lo menos.
Mañana voy a otro desayuno (qué oficio el mío, Señor: cuánto madrugón sin sentido…) con Fernando Moraleda, el portavoz de Moncloa. Yo creo que es una buena persona a quien no se le ajusta el cargo. Algunos socialistas, ciertos fontaneros monclovitas, andan enfadados con él. Lo anoto en mi blog-diario como pendiente de comentario. Mañana lo cuento.
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