Muchos se me han echado encima por un comentario en la radio sobre los contenidos de la Cope, en general, y sobre los comentarios que hace Federico Jimeénez Losantos, en particular. Parece como si él pudiese decir cuantas desmesuras desee, y los demás no pudiésemos criticarlo porque ello va en demérito de la libertad de expresión. A mí, que la gente exprese libremente sus opiniones me parece de perlas. Que se insulte, difame, que se digan demasías, que se exageren las cosas hasta deformarlas, que se utilicen los micrófonos en beneficio propio para mal de la competencia, pues qué quieren que les diga: me parece un peligro.
Que la doctrina de la Iglesia, en la que me formé y a la que respeto, aunque ahora esté apartado de la ortodoxia, que yo creo que es una doctrina de tolerancia y de paz, de amor al prójimo, se vea deformada hasta el enfrentamiento de todos contra todos, aguada en el sectarismo más feroz, me parece un contrasentido en las ondas episcopales. ¿Acaso no puedo decirlo? Lamento coincidir en esto con algunos –algunos– en el Gobierno. Qué le vamos a hacer. Otros piensan que es bueno potenciar a la Cope, porque así da la sensación de que el PP es esta oposición vociferante, demagoga y altisonante. Pero creo que es mucha la gente que no está con el Gobierno, ni con el PP –y también mucha que está con el PP–, que piensa que esto no es periodismo, esa profesión sacrosanta que consiste en informar sobre lo que hay y analizar las cosas que existen en realidad, no en crear la realidad a propia conveniencia. Nada tengo en lo personal contra Jiménez Losantos, ni sé si él tiene algo contra mí –desde luego, a mi periódico lo silencia sistemáticamente, cosa que desde luego no hace con su libertad de dígitos, y siempre que habla de mí es para maltratarme sin demasiadas razones; como a los demás que no son de su cuadra, supongo–; lo que hago es una crítica política y profesional. Mi opción es otra, y solamente en un país intolerante se me vetaría el derecho a discrepar de los contenidos de una cadena que debería tener un muy otro tono, a mi entender.
Y ya ven que no soy el único que lo piensa…
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