Dije en una televisión, tras concluir este miércoles el pleno en el Congreso dedicado, teóricamente, a debatir sobre el ‘caso Gürtel’ y sus ramificaciones en el Partido Popular, que había sido Mariano Rajoy quien ganó el debate, que había sido planteado por la oposición como un método para desgastarle. El presidente, sin despeinarse, sin pronunciar siquiera las palabras ‘Gürtel’ o ‘Bárcenas’, que era sobre lo que se le interpelaba, vio cómo desde la propia oposición se admitía más tarde que la sesión no había servido para nada. Y es que la convocatoria, forzada por todos los partidos de la Cámara, menos Ciudadanos, que se abstuvo en la votación, contra el PP y su presidente ‘alentador de la corrupción’, era una trampa. Primero, contra toda la oposición. Y, en segundo lugar, fue una trampa de una parte de la oposición, o sea Podemos, o sea Pablo Iglesias, contra otra parte, o sea Pedro Sánchez. Veamos:
Primero, el formato. El presidente tiene la posibilidad de lanzar su primer discurso sin límite de tiempo –los demás sí lo tienen—y dispone de derecho de réplica aplicado como mejor le parezca. Segundo, además de sus intervenciones, puede apoyarse en las del portavoz del Grupo Popular, en este caso el pugnaz Rafael Hernando; ello facilita que el presidente se muestre elegante, con británica distancia sobre los temas terrenales, para que, luego, Hernando sea el encargado de poner sobre el tapete las cuestiones con mayor mordiente: la financiación de Podemos por Venezuela e Irán, o la cena de Podemos con Esquerra, invitados en la noche de la manifestación del sábado por un conocido magnate de la prensa, tal vez para tratar acerca de una moción de censura contra Rajoy. Así, este, una vez que Hernando le ha servido los platos fuertes, puede retomar esos temas en sus turnos de réplica, alegando que ha sido el portavoz popular quien los ha mencionado, no él. Y, así, el presidente del Gobierno habló bastante de mociones de censura, de Irán, de México, de la ‘conspiración de Barcelona’, pero casi nada de las cuestiones para las que había sido convocado.
Y tenía, pienso, razón Rajoy en su argumentario principal: este miércoles, a treinta días de ese 1 de octubre que a todos nos llena de aprensiones, cuando todavía se debaten entre la vida y la muerte al menos cinco de los noventa heridos en el aún reciente atentado terrorista de Barcelona, resultaba impropio que el Parlamento comenzase el curso político hablando de algo que sin duda tendrá que tener su turno, las negligencias de Rajoy con la corrupción; pero de Gürtel han pasado diez años y, estando como está el panorama del país, nada justificaba una convocatoria parlamentaria urgente, en agosto, para hablar de eso.
Pero permítame ahora incidir en el segundo punto de mi argumentación, en el sentido de que esta convocatoria parlamentaria fue una trampa. Fue una trampa tendida, quizá involuntariamente, aunque lo dudo, por Pablo Iglesias a Pedro Sánchez. No siendo el secretario general socialista, porque renunció a ello, parlamentario, el papel principal de la oposición iba a recaer sobre el líder de Podemos. Y así hubiese sido si no ocurriese que la portavoz socialista, Margarita Robles, que ni siquiera es militante del PSOE, sacó genio y figura bastantes como para que Rajoy se enzarzase con ella, despreciando notoriamente a Iglesias, que se quedó visiblemente molesto ante el no-trato que el presidente, y eso sí que no fue casual, sino muy buscado, le dispensaba.
Debo resaltar, para completar una crónica de una sesión parlamentaria perfectamente prescindible, que las únicas aportaciones válidas en la sesión corrieron a cargo del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que anunció para la semana próxima una Proposición instando a Rajoy a cumplir sus compromisos con la formación naranja y asumir la limitación de mandatos presidenciales. Y eso es algo acera de lo que difícilmente podrían votar ‘no’ los otros grupos de la oposición. Puede que el propio PP se vea forzado a aceptar la proposición de Ciudadanos, a la que se comprometió para lograr el apoyo de este grupo para la investidura de Rajoy. Y, entonces, el titular de la sesión parlamentaria con la que se inició el curso sería algo así como ‘Rajoy no será presidente a partir de 2019…por voluntad propia’. Y puede que se vaya sin haber tenido que pronunciar la palabra ‘Gürtel’. Y a ver quién es el guapo que le llama tramposo, cuando las trampas, en teoría, se las tienden a él.
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