¿En qué vagón viaja Pedro Sánchez?

Urge que Pedro Sánchez hable. Su silencio es ya injustificable cuando en las próximas horas se celebrará el primer plenario del curso, extraordinario, para que Mariano Rajoy tenga que pronunciarse sobre la trayectoria del PP en el ‘caso Gürtel’; un plenario en el que Sánchez no estará presente, porque cometió el error de dimitir de su escaño tras el desastre para el PSOE del pasado 1 de octubre, que acabó con la secretaría general de Sánchez y que, paralelamente, le situó en el camino de regreso. Desde que ganó las primarias, en mayo, seguidas del congreso socialista de junio, la verdad es que Pedro Sánchez ha permanecido bastante silente: pocas ruedas de prensa, y estas poco definitivas y menos aclaratorias, sobre lo que piensa hacer en el futuro. Son siempre otros los que, en nombre del PSOE, salen a los micrófonos cuando hay que hablar de las cosas esenciales que ocurren en los diversos territorios que componen España. El secretario general se queda como de perfil: que hablen otros. Pero las vacaciones de verano acabaron.

Lo último que supimos de Sánchez es que se puso en contacto con Rajoy para, de nuevo, ofrecerse a encarar juntos el proceso secesionista, que es la principal amenaza a la tranquilidad política de los españoles. Es más: el portavoz del PSOE, que no Sánchez (que no salió), se permitió incluso elogiar la ‘proporcionalidad’ con la que Rajoy está, desde el punto de vista legal, encarando todos los dislates jurídicos, sociales, políticos y diplomáticos con los que Generalitat está jalonando un ‘procés’ que ya es demencial. No me parece bastante esta oferta, genérica, hecha dos días antes de que, este miércoles, se celebre una sesión parlamentaria que hoy es perfectamente innecesaria y en la que el presidente del Gobierno va a salir presuntamente lapidado: ya le llegará a Rajoy el momento de las explicaciones a fondo sobre tantos casos de corrupción en los que ha estado inmerso su partido.

Ahora, más que el enfrentamiento parlamentario a cuenta de un caso, Gürtel, que lleva rodando más de una década, lo urgente parece ser más bien el acuerdo entre las fuerzas políticas para enfrentarse al desafío planteado por Puigdemont y los suyos. Entre los cuales ya no estoy seguro de que se encuentre el vicepresidente Oriol Junqueras, que hace ‘juego subterráneo’ cenando en secreto (bueno, ellos pretendían que fuese en secreto) con Pablo Iglesias y Xavier Doménech, a ver si entre todos arreglan una moción de censura contra Rajoy y un Govern de izquierdas, solo ‘moderadamente’ independentista, para Catalunya. Y Sánchez y el PSC de Iceta, con los que todos, forzosamente, cuentan para esos planes, a por uvas. Hablan de ellos, pero, parece, no con ellos. Las conspiraciones nocturnas las hacen otros.

Veremos si es el propio Sánchez quien, la semana próxima, presenta los planes de su partido ante la deriva secesionista catalana, que acaba de dar a luz un inmenso bodrio jurídico, claramente inconstitucional y que atenta contra la seguridad jurídica del Estado, contra la separación de poderes y contra la igualdad de los ciudadanos. Me refiero, claro, a esa ‘Ley de Transitoriedad Jurídica y Fundacional de la República Catalana’, presentada a medias por el PdeCat y…la CUP, que parece ser quien manda en este loquísimo ‘procés’: ¿es este bodrio fruto de la inspiración del llamado ‘arquitecto jurídico de la independencia’, el ex magistrado del Constitucional Carles Viver? Maaadre mía…

Hasta ahora, los planes socialistas para plantar cara a tanta insania se limitan, parece, a preconizar una reforma constitucional –que se concretaría en una subcomisión parlamentaria—, a negar el referéndum y a predicar un estatus federalista que no convence ni al nacionalismo catalán ni al vasco, y no digamos ya al separatismo. Por cierto, en su conversación con Rajoy ¿le explicó Sánchez lo que piensa contar a los medios la semana próxima? ¿Está Rajoy de acuerdo con esos planes, si los conoce? Si realmente desean una cooperación efectiva, ¿no ha llegado el momento de que las fuerzas constitucionalistas presenten conjuntamente sus proyectos para frenar la escalada del disparate y negocien juntos con los separatistas, cuando toque?

Confío que sí, que sea el propio secretario general, y no alguno de sus voceros, quien anuncie la panoplia de soluciones para arreglar las cañerías catalanas y, de paso, supongo, las de toda España. Lo digo porque son muchas las preguntas que, paralelamente, tienen los periodistas para Sánchez y no han hallado oportunidad propicia para formulárselas: ¿hay un Gobierno alternativo al de Rajoy en estos momentos? Y, si lo hay, ¿con quién lo compondría para llegar a tener la suficiente mayoría parlamentaria en una moción de censura? Y, ya que estamos, ¿encabezaría el PSOE una tal moción, acompañado de Unidos Podemos, de los nacionalistas y separatistas catalanes, de Bildu y, si acaso quisieran, los del PNV? ¿Seguro que ahora lo más urgente es desalojar a Rajoy de La Moncloa, estando como están las cosas en Cataluña y en el mundo?

Estoy deseando saber qué es lo que pretende hacer el líder –por sus méritos en las urnas internas, esa es la verdad—del segundo partido en importancia de nuestro país. Tanto en el plano nacional como en el que se refiere exclusivamente a Cataluña: cuando el PSOE explique sus ‘planes catalanes’, quizá el martes de la semana próxima, quedarán apenas veintiséis días para el 1 de octubre. Menudo añito para Sánchez, de 1 de octubre de 2016, cuando hubo de abandonar Ferraz , a 1 de octubre de 2017, que será la fecha del ¿choque de trenes? Por cierto, ¿en cuál vagón, de primera, de segunda, en el asiento del conductor, viaja Pedro Sánchez?

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