¿Qué pasará el viernes? Estoy acongojado, para decirlo en plan fino. Puede que nada, pero puede que…
El Consejo de Ministros colocado en mitad de agosto –este año ya más bien en la recta final del mes vacacional por excelencia—supone una cierta lenta, perezosa, vuelta al ‘cole’ político. Me dicen que Zapatero ha dado, quizá con alguna escapada extra, por finalizadas unas vacaciones en las que no le han faltado motivos de ocupación y de preocupación; veremos lo que han dado de sí sus meditaciones en estas tres semanas, aunque, la verdad, no puede hablarse de una gran y fructífera actividad del Gobierno, como equipo conjunto, en este período de confrontaciones.
Siempre temí estos cónclaves gubernamentales como el que tendrá lugar este viernes en La Moncloa. Los Consejo de Ministros extraordinarios, con agostidad y alevosía, deparan sorpresas, más o menos agradables –el año pasado, el titular de Industria logró ‘colar’, un viernes 13 de agosto, el decreto de pago de las televisiones digitales terrestres, algo que no pudo conseguir el anterior miércoles santo, entre otras cosas porque se opuso la vicepresidenta primera–. En algún momento llegué a pensar que ZP aprovecharía este 20 de agosto para hacer una remodelación a fondo en el elenco ministerial, pero ya se ve que el presidente necesita, parece, más tiempo para un ajuste que se le reclama desde múltiples sectores y que le ha pedido, por mayoría, incluso el Parlamento, que dos veces aprobó exigir a Zapatero que reduzca el número de ministerios.
Ignoro si ZP tiene sorpresas que regalarnos, más allá de algún borrador de ley interesante –la ‘transparencia’ del Gobierno frente al ciudadano–, pero poco concreto, y más allá de una previsible subida de impuestos sobre la que, curiosamente, nos ha advertido el titular de Fomento, el ahora muy poderoso José Blanco, en lugar de la vicepresidenta económica, Elena Salgado. Poca cosa es para recuperar el impulso indudablemente perdido. Y, la verdad, creo que para lograrlo se necesitan golpes de timón muy valientes, efectivos y efectistas. ¿Habrá recuperado ZP algo de su impulso tras el paréntesis veraniego? Faltan apenas horas para empezar a comprobarlo. Empieza, qué duda cabe, un período de intensa movida política. Que sea, confiemos, para bien.
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