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(este edificio, de 1925, y sus aledaños, será demolido para dar paso a pisos de lujo. ¡Viva Benidorm!)
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Con fecha de ahora mismo voy a tratar de lanzar por todos los medios (redes sociales, porquer los periódicos seguro que no me harán ni caso) mi grito de desesperación y de alarma. Que no se limita, obviamente, al caso de Santoña. Sé que de nada valdrá y que la rapiña es más fuerte que cualquier lamento aislado en favor de la naturaleza y en contra del (anti)urbanismo. El caso es que aún no han pasado ¡ni tres meses! desde el relevo en tantas corporaciones municipales y gobiernos regionales y ya se están planteando, ejem, «cambios urbanísticos», vamos a llamarlo así.
Como el de Santoña, la única ciudad costera cántabra a la que, gracias a una prisión (el Dueso) y a unos patos en la marisma, la corrupción del cemento había dejado relativamente en paz. Hasta que llegaron el señor consejero y la señora alcaldesa, claro.
Pues eso: que ha llegado un nuevo gobierno autonómico. Y una nueva alcaldesa a la ciudad. Ambos del mismo partido, que son diferentes, en los dos casos, a lo que había anteriormente. Y resulta que el nuevo consejero de Medio Ambiente y de Ordenación del Territorio, Javier Fernández, y la nueva alcaldesa, Milagros Rozadilla, se han apresurado a reunirse para «rehabilitar» la zona turística del muelle de Santoña…sustituyendo un noble edificio –necesitado de remozado, por supuesto; bien se han ocupado los especuladores de que eso no se hiciese– de una fábrica de conservas, que data de 1925…por pisos. De lujo para que, quienes puedan, vean los barcos que tienen amarrados en el pantalán de enfrente. Todo ello, frente al muelle pesquero acaso de más solera del Cantábrico.
¿Se ha consultado a los vecinos, a los residentes, a los transeúntes, a alguien? Que yo sepa, no. Pero dice el señor consejero que «este tipo de cambios» son necesarios para dinamizar la economía (¿de quién?) y que «los planes no pueden estar pudriéndose en el cajón porque son instrumentos necesarios para dinamizar los mnunicipios» (¿ahora se llama dinamizar?). También se plantearon los dos próceres «una serie de actuaciones» en los alrededores de la playa de Berria, la última perla de la naturaleza en la zona. ¿Qué actuaciones?
Razonamientos muy similares a los que llevaron a que Laredo, o Castro, o Noja, o Isla, o Suances, sean hoy lo que son: benidorms cantábricos.
Así que Santoña, la maravillosa villa, el pueblo marinero, va camino de convertirse en la vecina Laredo.
¿Alguien me compra un pisito barato en el centro de Santoña? Lo vendo porque aquí, con esta gente, ya no quiero vivir. Y lo peor es que, ya digo, me temo que Santoña, y Berria, no van a ser casos aislados. ¿Quién nos salva de la apisonadora?
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